«Esta mañana me he despertado con miedo. Bueno, realmente, llevo varios meses con miedo, exacerbados por los picos de estrés de la vida diaria. Pero esta mañana, al despertarme y usar mi aceite esencial de vetiver, he descubierto que no tenía olfato. Automáticamente, el miedo al virus con el que llevamos conviviendo en los últimos años, se ha instalado en mi pecho y por casi entro en pánico. Al final ha resultado ser un embotamiento de los sentidos porque a medida que me desperezaba, ha ido regresando el olor a las cosas, pero me he tenido que meter un chute de valeriana para comenzar el día. También he decidido postergar mis quehaceres del trabajo para leer antes unas líneas del libro El miedo es de valientes de Julio de la Iglesia.
Este tipo de libros (muchos de ellos de mi estantería de Alienta editorial) son para mí como un botiquín de emergencia. No solo suponen una grata lectura y un enorme aprendizaje, sino que tenerlos repartidos por la casa me permite acudir a ellos en momentos de crisis que, siendo yo hipocondríaca por naturaleza y una sufridora crónica de ansiedad, no son pocas. De hecho, ahora mismo, me estoy inmolando al escribir la frase anterior (hipocondríaca por naturaleza y sufridora crónica de ansiedad) según El miedo es de valientes, pues no estoy usando el lenguaje a mi favor, sino en contra. De ahí la importancia de no solo leer, sino releer libros tan enriquecedores como el de Julio de la Iglesia».
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