En artículos anteriores vimos cómo identificar el miedo bueno del miedo tóxico y cómo este último tenía consecuencias importantes en tu salud mental y física. En esta ocasión hablaremos de la resiliencia, o dicho de otro modo: de nuestra capacidad de adaptación ante una situación adversa. Pero no nos quedaremos solo ahí, daremos un pasito más y veremos que además de adaptarnos y superar un hecho negativo, podemos convertir eso en una gran oportunidad.
Afrontar, aceptar y superar una situación negativa en tu vida y además salir reforzado del mismo no es nada fácil y para la mayoría de las personas y en la mayoría de las situaciones depende de varios factores: experiencia, habilidades… Y sí, de una preparación previa. Hagamos hincapié en esto: la resiliencia se entrena, se trabaja.
No hace falta esforzarse mucho para encontrar por la red multitud de ejemplos de personas resilientes. Y si buscamos un poquito más, también daremos con información que muestra las características comunes de todas esas personas. Porque casi todas esas personas han sido capaces de sobreponerse a alguna situación difícil, traumática, continuar con su vida y, lo mejor de todo: extraer aprendizajes y ponerlos en práctica para futuras situaciones complejas.
Características comunes de las personas resilientes
- Sin miedo al cambio: estas personas saben y aceptan que el cambio es algo normal, que ocurre quieras o no quieras, que la vida es un cambio y evolución constante… Y no solo lo aceptan, sino que lo usan como una oportunidad para aprender y crecer. El miedo al cambio percibido como un miedo al fracaso es un miedo tóxico. Y como ya hemos repetido varias veces: este miedo es paralizante, te impide desarrollarte y puede afectarte incluso en tu salud. Piensa en un ejemplo sencillo: ¿qué se rompe antes, una vara de bambú o una de roble? La flexibilidad ante la vida es una virtud.
- No magnifican aquello que objetivamente es “pequeño” o “superable”. Sí, aceptamos aquello de “lo que es pequeño para ti puede ser grande para mi”, pero siempre que tú aceptes que si algo es objetivamente pequeño, a los ojos de los demás, entonces es superable. Relativiza. Párate, respira, rodéate de gente que te quiera y que te ayude a ver las cosas en su justa dimensión.
- Asumen que su capacidad para influir en hechos externos es limitada. Esto es importante: tú eres el dueño de ti, de tus hechos, de tus actos… Pero no de los demás. A tu alrededor ocurren cosas que no puedes cambiar, y lo mejor es aceptarlas con normalidad.
- Confianza en sí mismo. Las personas resilientes confían en sí mismas, no pierden mucho tiempo lamentándose, no tienen miedo a las críticas o al qué dirán.
- Transforman los problemas en aprendizajes: las personas resilientes comprenden y aceptan que las malas situaciones ocurren, pero son capaces de extraer lecciones de aprendizaje de cada una de ellas. Ejemplos sencillos: ¿has caído en la fase final de un proceso de selección para un trabajo que deseabas? ¿Y sabes qué podrías haberlo hecho mejor? Una persona resiliente al día siguiente se sienta, apunta aquello que sabe que podría hacer mejor, lo pule, lo aprende y lo incorpora a su caja de herramientas. De este modo, en la siguiente ocasión, irá más preparado y probablemente no le ocurra.
¿Cómo trabajar la resiliencia e incorporarla a nuestro día a día?
Para comenzar a trabajar en este aspectos, en realidad hay algunos sencillos cambios que puedes llevar a cabo por tí mismo. Por ejemplo:
- Vigila a lo que te expones: si quieres crear resultados positivos, conversaciones no violentas, ambientes de crecimiento, y ganar en paz interior, consume aquello que contenga esperanza, alegría, pasión, esfuerzo, talento, creatividad, positivismo y entusiasmo.
- Usa la perspectiva: pueden pasar cosas malas, sí, pero es importante tener en cuenta otras muchas cosas positivas que a diario son un recurso positivo de bienestar y fuerza. Acepta los hechos de manera realista y ajustada, evita vaticinar catástrofes o situaciones irreales.
- Traza una estrategia: siéntate y apunta todo aquello que a partir de ahora vas a hacer de forma consciente para entrenar y mejorar tu resiliencia.
- Objetivos y metas: relacionado con tu estrategia. Establece puntos de éxito, pero siempre siendo consciente de que para llegar a él tendrás que ir paso a paso, peldaño a peldaño, superando obstáculos, cayéndote y volviéndote a levantar… ¿Qué tal si además de un objetivo final te pones mini objetivos intermedios? Piensa también a corto plazo, seguramente te ayude a mantener el ánimo. Y recuerda: cada pequeño obstáculo, cada parada, no es un fracaso, es un aprendizaje. Lo que es un fracaso es persistir en el error esperando que sea la solución. Persistir en el error es un error.
- Cambia tu forma de pensar: pasa a una posición mental de pensamientos constructivos y positivistas. Es muy importante pensar en positivo, y verbalizar en positivo. Aquello que piensas y dices de ti, te afecta y crea tu realidad. Si cambias tus pensamientos, cambias tus decisiones, acciones y como consecuencia el resultado.
- Rodéate de la gente que te quiere: y compleméntalo con deshacerte de la gente tóxica que te rodea. Esa gente que continuamente dice que la vida no merece la pena, que todo está mal… Cámbialas por aquellos que te dan fuerza y apoyo.
- Actúa, el cambio está en la ACCIÓN: es algo que siempre digo en mis cursos, talleres, charlas o ponencias. Está muy bien pensar, porponerse, decir que vas a hacer algo… Pero nada ocurre si no pasas a la acción, si no te mueves, si no haces de tus palabras un acto. Si quieres que algo que piensas funcione, hazlo tú mismo. Nunca esperes que alguien lo haga por ti.
- Autoconfianza: es mentira, te aseguro que es MENTIRA cuando te dices a ti mismo cosas del tipo “es que nunca he hecho eso, nunca se me ha dado bien, no voy a hacerlo bien…”. Siéntate, solo o con alguien que te ayude a recordar, y encontrarás experiencias pasadas exitosas que te ayudarán a reforzarte y mejorar la autocofianza.
Muchas personas desconocen el verdadero potencial que llevan dentro, su enorme capacidad de superación ante situaciones difíciles… Muchos desconocen que dentro de ellos hay un héroe. Sí, un héroe. Hazte dueño de tu vida.